En aquella época, los únicos grandes del ciclismo que habían ganado cinco veces eran Jacques Anquetil, Eddie Merckx y Bernard Hinault, pero ninguno de ellos logró conseguir sus cinco victorias seguidas como Miguel.
Sus extraordinarias hazañas lo convirtieron en uno de los mejores deportistas de España, y su fuerza indomable y el respeto que mostraba tanto a sus competidores como a la afición lo convirtieron en uno de los ciclistas más populares de todos los tiempos. Sus hazañas por todo el mundo durante la década de 1990, una década en la que ganó casi todas las carreras en las que participó, lo han convertido en uno de los grandes iconos deportivos del siglo XX. Su asombrosa condición física y la brillante táctica que empleó contra sus rivales le valieron numerosos títulos.
Miguel nació en un pequeño pueblo de Navarra y empezó a practicar ciclismo en su región natal como miembro del Club Ciclista Villavés. Se convirtió en ciclista cadete bajo los auspicios de la Federación Española de Ciclismo en 1978 y, como aficionado, fue campeón de España en 1983 y compitió en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984.
Al año siguiente se convirtió en profesional, pero tuvo un comienzo desfavorable, abandonando el Tour de Francia en 1985 y 1986. Sin embargo, mejoró año tras año, terminando finalmente décimo en 1990.
Durante los siguientes cinco años, su dominio del Tour de Francia lo catapultaría al lugar que ahora ocupa en la historia del ciclismo internacional. El Tour de Francia, de tres semanas de duración, es la prueba ciclista de distancia más importante del mundo y, tras las dos victorias del estadounidense Greg LeMond en 1989 y 1990, Miguel logró su gran triunfo en 1991 y se consolidó como el ciclista líder del mundo.
En 1992, se convirtió en el sexto ciclista en ganar el Giro de Italia y el Tour de Francia en el mismo año, una hazaña que repitió en 1993. En 1994, estableció un récord mundial de la hora de 54,040 km/h y en 1996 ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en la contrarreloj individual.
A pesar de su fama, Miguel dijo: «No quiero cambiar. Me gusta como soy y estoy satisfecho con mi vida, pero nunca me he sentido superior a nadie». La humildad que demostró ante los ojos del vencedor impresionó a todos los que lo conocieron.

